La última jornada del encuentro “IMÁGENES AUDIOVISUALES DEL PATRIMONIO” se desarrolló a través de ponencias conjuntas entre dos investigadores. La primera de ellas, que correspondía con la sesión 7, fue “INFLUENCIA DEL PATRIMONIO ARQUEOLÓGICO EN LA IMAGEN AUDIOVISUAL, PICTÓRICA Y LITERARIA. EL CASO DE GRADIVA Y LEIF ERIKSON” (viernes 30 de agosto, 09:00 – 11:30) y corrió a cargo de la doctora Ana Panero Gómez (Dorset College Dublin) y Alberto Robles Delgado (Universidad de Granada), ambos integrantes del Grupo de Investigación HUM-1026 «IMAGEN Y MEMORIA: miradas transversales entre la Historia y los Medios Audiovisuales”.
La sesión se inició con la intervención de Ana Panero Gómez sobre la influencia del patrimonio arqueológico en la construcción del personaje de Gradiva. El primer punto fue una introducción al método iconológico, que interpreta el significado de las imágenes e investiga su génesis y sentido. El análisis de una obra artística mediante este método cuenta con distintos niveles o estadios identificados por Panero: el preiconográfico (una descripción natural o básica), el iconográfico (en el que comienza la interpretación y se identifica el significado convencional) y el iconológico (que atiende al contexto cultural, al momento personal del autor o a similitudes con otras obras). Después se trazó una relación entre iconología y patrimonio, postulando que para entender una obra artística hay que estudiar su contexto, y que el patrimonio es el producto de una cultura y se puede analizar un momento histórico o una época a través de la obra artística.
Panero continuó después centrándose en el caso de Gradiva como ejemplo de relación entre patrimonio e iconología. Se trata de un personaje ficticio aparecido en la novela de 1903 Gradiva: Ein pompejanisches Phantasiestük, escrita por el alemán Wilhelm Jensen. La trama de esta obra literaria se centra en la obsesión de un arqueólogo por un relieve de época romana que representa a una mujer pompeyana, cuyo andar inmortalizado en piedra, avanzando un pie mientras eleva el talón del otro, influye en sus sueños e incluso le causa delirios. La novela causó gran interés en el médico austríaco Sigmund Freud, padre del psicoanálisis, que encontró en ella diversos temas atractivos, como el componente onírico o el fetichismo de los pies. Por ello, aplicó el psicoanálisis a este texto literario, publicando un estudio, sin el cual la novela habría pasado desapercibida. Además, la correspondencia de Jensen y Freud, unida a la afición del austríaco por la arqueología, permitió identificar el objeto que había obsesionado a Jensen para escribir su novela: el Relieve de las Aglaurias, una copia romana del siglo II a partir de un original griego del siglo V a.n.e., hoy perdido. El personaje que Jensen había bautizado como Gradiva era en realidad un personaje mítico, la princesa ateniense Aglauro.
Los surrealistas tuvieron gran interés en el personaje de Jensen, sobre todo tras la publicación del análisis de Freud en francés en 1931, por lo que realizaron sus propias interpretaciones artísticas, por ejemplo cuando André Bretón creó en París en 1937 la galería Gradiva, con decoración de Marcel Duchamp. Salvador Dalí recibiría gran influencia del personaje de Gradiva, a la que representó en numerosas ocasiones durante algunos años. Una persona como Dalí, que había sufrido una gran represión sexual en su infancia, identificó a Gradiva con Gala, su musa y también su psicoanalista, la que consiguió curarle de su pánico a mantener relaciones sexuales con otras personas. Las distintas representaciones artísticas de Gradiva, desde el friso griego original, pasando por la novela de Jensen, las obras surrealistas e incluso obras cinematográficas como C’est Gradiva qui vous appelle (Alain Robbe-Grillet, 2006) o Gradiva à Marienbad (Dominique Morlotti, 2006), fueron analizadas por Panero a través del método iconológico. La diferencia en el pie que avanza según la representación permitió introducir interesantes perspectivas sobre el papel de la mujer en diferentes épocas y culturas, hablando por ejemplo del componente negativo de la izquierda o de la limitación de movimientos de las mujeres asociada a determinados valores sociales, como la belleza, la virginidad, el estatus social, o la respetabilidad.
A continuación, tomó la palabra Alberto Robles Delgado para abordar la figura de Leif Erikson en el mito fundacional norteamericano, relacionando el patrimonio arqueológico con testimonios cinematográficos. Su intervención se inició con un repaso histórico a la expansión de los vikingos por el Atlántico, por ejemplo con la expedición a Groenlandia de Erik el Rojo, y la de su hijo Leif Erikson en torno al año 1000 a la actual zona oriental de Canadá, denominada Vinland. La efímera presencia vikinga en Norteamérica tiene como fuente principal algunas sagas de tradición oral, mientras que los vestigios arqueológicos se limitan al descubrimiento en 1960 de algunos restos de un asentamiento nórdico en L’Anse aux Meadows (en Terranova). Antes de los mencionados descubrimientos arqueológicos, en la época del Romanticismo en pleno siglo XIX, se produjo un fenómeno de recuperación de la figura de los vikingos y de internacionalización del fenómeno nórdico.
En esta coyuntura, un país joven como Estados Unidos, que necesitaba bases históricas para amalgamar su heterogénea realidad, aceptó estas teorías románticas, que resultaron muy útiles para crear un mito fundacional nórdico más acorde con las elites wasp (blancas, anglosajonas y protestantes) que el de Colón, de claras connotaciones católicas y mediterráneas. El patrimonio arqueológico juega entonces un importante papel consolidador del discurso fundacional nórdico, aunque sea a través de hallazgos a lo largo del siglo XIX descontextualizados o difícilmente creíbles: la Torre de Newport (Rhode Island), supuesto baptisterio construido por escandinavos en el siglo XII, aunque realmente era parte de un molino del siglo XVII; la Piedra de Dighton (Massachussets), cuyas inscripciones rúnicas se creían nórdicas, aunque eran de manufactura india; el enterramiento de un esqueleto con armadura en el río Fall (Massachussets), que inspiró un poema de Longfellow, pero del que no quedan restos; la Piedra de Kensington (Minnesota), con una inscripción rúnica del siglo XIV de dudosa autenticidad… Incluso la reproducción de un barco funerario descubierto en Noruega y su posterior viaje a la Exposición Universal de Chicago en 1893 vino a sumarse a toda esta corriente nordicista en Estados Unidos, principalmente en la zona de Nueva Inglaterra, que derivaría en el culto a la imagen de Leif Erikson e incluso en el establecimiento de un día de fiesta nacional en su honor.
Toda esta corriente de revitalización y recuperación de la memoria de los pueblos nórdicos tiene su reflejo en el cine, que desde muy temprano retratará a los vikingos, siendo la primera película la sueca Vikingeblod (Viggo Larsen, 1907). Pero, por influencia de la aceptación del mito fundacional nórdico, el cine estadounidense será el que realice más películas sobre los vikingos. La primera gran obra cinematográfica sobre los nórdicos es The Viking (Roy William Neill, 1928), producción pionera en el uso del color y una de las primeras en incorporar banda sonora, que recogía todo el imaginario decimonónico y le sumaba una estética influida por las óperas de Wagner. En ella se abordan temas imbricados directamente con el mito fundacional, como la introducción del cristianismo 500 años antes de la llegada de Colón, el ser los primeros hombres de raza blanca que pisaban el continente o el recurso a la mencionada Torre de Newport para apuntalar el testimonio de su presencia. Robles finalizó su intervención repasando brevemente la filmografía posterior sobre los vikingos, en la que el mito fundacional norteamericano decae e incluso llegará a ser deconstruido en un título reciente como Valhalla Rising (Nicolas Winding Refn, 2009).
El encuentro “IMÁGENES AUDIOVISUALES DEL PATRIMONIO” ha sido una actividad académica organizada por la Universidad Internacional de Andalucía (UNIA) en su Sede Antonio Machado de Baeza (Jaén). Celebrado los días 28, 29 y 30 de agosto de 2019, el encuentro contó con la colaboración de la empresa Patrimonio Inteligente y del Grupo de Investigación HUM-1026 «IMAGEN Y MEMORIA: miradas transversales entre la Historia y los Medios Audiovisuales”, cuyo investigador responsable, el doctor Óscar Lapeña Marchena (Universidad de Cádiz), fue el coordinador de la actividad.